viernes, 20 de noviembre de 2009

En un tren en China...

Aquí estoy, en un tren tipo AVE que va desde París a Rennes, donde vivo ahora.

Con tanto meneo no pudimos acabar las crónicas chinas, pero espero que con lo que escribimos durante el viaje, os hicierais una idea. Para concluir, puedo decir que:

- China es grande

- Hay muchos chinos

- Hace mucho calor en verano

- Cuando llueve, te mojas muchísimo

Aunque parezcan verdades universales aplicables a todo tipo de lugar geográfico, debido a la magnitud del entorno, estas se vuelven más patentes allí. En resumen, después de las tres semanas de curso donde entrevistamos a campesinos e hicimos planes para arreglarles la vida, nos fuimos de “vacaciones”.

Y empezamos realmente bien, con billetes comprados para un viaje Pekín-Xian de 14 horas de duración en un tren cama estupendamente equipado. Lo malo es que uno no considera que deba estar más de dos horas antes de la salida del tren en una estación china, uno no se acostumbra a hacer colas de 500 personas para pasar el arco de seguridad, ni a buscar el tren en chino… Así que sí, mis eslovacas, Pieter, Pablo y yo, perdimos el maravilloso tren-cama, que tanto ansiábamos coger ya que habíamos pasado la noche escribiendo nuestro trabajo final sobre China.


Foto del tren que debíamos haber cogido, con sus camitas a la derecha (por ahí se ven unos pies...)


Pero no os preocupéis, nos cambiaron el billete inmediatamente, sin ningún coste extra, ¿bien, verdad? Pues como dice el refrán, “no es oro todo lo que reluce”, ya que ahora teníamos el mismo trayecto que hacer pero… sin cama, ni asiento, ni espacio determinado en el ferrocarril. Aunque gracias a esto, vivimos una de las experiencias chinas más auténticas (después del karaoke espontáneo con los trabajadores del hotel, de todo nuestro viaje.

Nada más subir, vimos todos los asientos del vagón (y del tren) ocupados, menos uno, que cogimos Pablo y yo. Imaginaos un cercanías de Renfe, la mitad de estrecho, con sus cuatro asientos a la izquierda y sus otros cuatro a la derecha. El “aire acondicionado” era responsabilidad de unos ventiladores estratégicamente puestos en el techo que no movían el aire ni de broma y de las ventanillas abiertas.

En cada cuatro asientos, había un mínimo de 6 personas, cuatro sentadas y dos en los pies de los que estaban sentados. Como la gente es supersolidaria, a Monika le ofrecieron una maleta que pusieron en el suelo para que se sentara sobre ella y Zuzana, se compró una minisilla plegable en la puerta del tren para hacer lo propio. Pedrito se quedó de pie, entablando conversaciones y fumando con la gente que se había “sentado” en los lavabos y el suelo que hay entre vagón y vagón. En fin, que todos acoplados.

Esto es gente en los lavabos, es una foto de internet, ya que yo no tengo fotos propias

Colas para comprar billete...

Era hora de comer, así que, en turnos y para no perder nuestro espacio de suelo reservado y altamente cotizado, nos levantamos primero Monika y yo y vamos al vagón cafetería donde comimos pollo con pimientos y arroz. Allí escuchamos el rumor (y lo entendimos porque eran un chino y un inglés los que hablaban) de que, a partir de las 22h, al cerrar el restaurante, uno podía “comprar” un asiento del bar por 3€ hasta las 9 de la mañana del día siguiente. A nosotras se nos iluminó el rostro, ya que esa sería una buena solución a nuestra situación de “sin sitio”. Un problema, eran las 18h y había que ocupar esos asientos del restaurante hasta el momento en que los pudiéramos pagar, no sea que fuesen otros los que se quedaran con ellos. Así que nuestra cena se alargó una hora más, aunque vaciamos los platos en cinco minutos, ¡qué hambre! Volvimos a nuestro espacio solar (de suelo) para que los otros tres fueran a cenar y a ocupar los asientos hasta la hora “h”.

Foto aleatoria de comida china, ni mucho menos lo que comimos en el tren.

Ahí ocurrió la catástrofe. El tren se paró y entraron otras cincuenta personas por vagón, puedo jurar que no exagero. Como la mayoría de los que compran billete sin reserva de sitio, son agricultores, obreros… van cargados de sacos gigantes llenos con todas sus pertenencias. Os podréis preguntar que dónde se metió tanta gente por vagón y tantos bultos, pues para nuestra sorpresa, la gente se acopla todavía mucho más. Por poner un ejemplo, Monika y yo, que estábamos separadas un metro, teníamos, desde mi posición a la suya: una madre en el suelo con su hija adolescente de pie, apoyada contra la pared; una señora sentada en el suelo; una pareja sentada en el suelo y uno encima de otro y luego, Monika. Llegóun momento en el que no la veía entre tanta gente.

Y bueno, otra vez todos milagrosamente acoplados, ¿puede pasar algo más? Pues por supuesto, ¡estamos en China! Cada media hora, venía la señora del carrito con frutas, noodles instantáneos y otras cosas. Después de ella, venía el de las revistas y para terminar el tour de interventores-coñazo-con-carrito, había uno que explicaba las ventajas de lavarse los dientes y luego vendía los cepillos (o explicaba las desventajas de fumar y luego vendía unos filtros milagrosos que aún no sabemos para qué exactamente servían). Y por supuesto, pasaban pallá y luego, pacá otra vez.

Si costó acoplarse en el tren cuando subimos nosotros, si costó mucho más encajar los que se subieron en la siguiente parada y si costó levantarse y reacoplarse cada media hora por los interventores-coñazo-con-carrito, más costó que ¡LA GENTE SE QUEDARA QUIETA! Por Dios, no cabía ni un alfiler en el tren y aun así, la gente no se quedaba en su sitio. Que si me levanto a hacer pipí, que si me voy con la caja de noodles a echarles agua caliente, que si vuelvo, que si recojo los noodles que ya están listos, que si voy a tirar las cajas de noodles vacías, que si voy a hacer otro pipí, ¡QUÉ ESTRÉS! Eso, multiplicado por las doscientas personas que estábamos en el vagón. A Monika y a mí nos dio un ataque de risa, porque la situación era insostenible.


Estos son Pieter, Zuzana y Monika, para información.





¿Y dónde están Pablo, Pieter y Zuzana? ¿Se están cenando el vagón restaurante entero? Pues no, resulta que tras el último acople de las últimas diez personas más que entraron en la última parada, no había manera de llegar del vagón del al lado al nuestro, así que recibí un mensaje de Pablo -quien se encontraba a veinte metros de distancia física- en el que ponía “He intentado llegar donde estás, pero es imposible, espero que estéis bien, en cuanto pueda, voy”. ¡Qué desamparo! ¡Qué sensación de abandono! ¡Ay! En fin, a las 22h conseguí verle la cara de nuevo, fue como un reencuentro tras cinco años de separación. Pero duró poco, había que volver al vagón restaurante, porque ya habían comprado los sitios y había que ocuparlos, lo peor es que Monika se fue con ellos (claro, es mucho mejor sentarse en una silla que en una maleta). Así que allí me quedé, desde las 22h de la noche, hasta las 7 de la mañana del día siguiente, sentada en un asiento de tren rodeada de millones de chinos que intentaban dormir de pie o que hablaban de sus vidas. ¡Qué experiencia! Por cierto, escribí unas notas en mi móvil, que es lo único con lo que me podía comunicar (transcribo a continuación):

- Respeto, no hay robos. En el tren, el carrito va totalmente abierto entre millones de personas y nadie hace nada

- Modales: escupir, también en la mesa, además de sorber la sopa y masticar con la boca abierta son las prácticas habituales. Tirarse pedos y eructar en cualquier sitio no está mal visto. Al acabar tu comida, te levantas y te vas, no se espera a nadie

- El tráfico en China se rige por las leyes cósmicas, pero no hay accidentes

- Nadie hace nada hasta que otro empiece

- Son superlimpios en la cocina

- Los chinos son amables, siempre sonríen. Aunque parezcan superficiales, se nota que hay algo detrás que merece le pena descubrir. No son tan simplones como a simple vista

- Disfrutan todos de lo mismo, aunque los padres intenen que sus hijos sean diferentes, ellos no tienen la necesidad de serlo

- Madrugan mucho y duermen por el día pequeñas siestas en cualquier sitio

- Los niños van con peinados y trajes raros... niñas vestidas de hada, por ejemplo

- Aguantan cualquier situación, como esta del tren, con su mejor cara, sin quejas y solidarizándose con los demás

- Y, por cierto, ¡no huelen mal!


...pronto, desde Rennes con amor!


jueves, 13 de agosto de 2009

Beijing, Pekín, ¡para los amigos! (pocas fotos, imposible subirlas desde aquí)



Pekín es una ciudad con muchos contrastes, igual que Nanjing, y puede ser que igual q todas las grandes ciudades chinas. El centro es como calle Nueva elevado a la enésima potencia, con sus letreros horterillos escritos en chino y con la música semejante a la del Bershka sonando por todas partes.




El primer día que salimos a investigar, nos paseamos por los chiringuitos de comida que, desde los juegos olímpicos, son todos iguales y ofrecen más o menos lo mismo por precio similar. Comer allí es un poco más caro (de 50 céntimos a 1.5 € en lugar de comer por 20 cént
imos) que en los demás puestos de la calle desde lo más común (los noodles fritos, los dumplings, los pinchitos de cordero –a los que nos hemos aficionado-, la fruta fresca y con caramelo) a lo más raro. Antes de llegar a China, nos dijimos que había que probarlo todo, y así estamos haciendo. Pues bien, aunque el área gastronómica se merezca su propio apartado, es necesario enumerar algunas “delicias y rarezas” que nos hemos ido encontrando. Una de las cosas más comunes son las patitas de pollo, con sus uñitas y todo, se encuentran en paquetes al vacío para tomar como chucherías, o bien calientes en plan estofado. La textura es de tipo gelatinoso y el sabor es un poco indeterminado. Y bueno, hablando de pollo, nunca se te puede olvidar poner la cabeza entera en la sopa, que es otra de las delicias. En los puestecitos de Pekín, abundaban las tripitas de cerdo, se puede asemejar a los callos, por lo picante, pero se acompaña de verduras rehogadas en una sartén tipo Wok. También, hay unos pinchitos que parecen cucharas de sacar la miel, con distintos discos formando un capullo y efectivamente, eso es lo que son, capullos de gusanos de seda; así que los probamos, es como una explosión de marisco blando y calentito en tu boca, aunque el capullo en sí, después de dorarse a la parrilla es como una cáscara de gamba que no pudimos evitar escupir. Como los puestecitos son bastante turísticos, pues tienen algunas otras especies como serpiente, escorpión, ciempiés, pene de oveja, estrella de mar, arañas, caballitos de mar, escarabajo… Pues de estas diferentes delicias sólo probamos la serpiente. Aquí hay que hacer una pequeña pausa, porque enviamos a los miembros masculinos a negociar el precio (Pablo, Pieter y Jan-Peter) y les timaron; ellos, que sólo querían probar y comprar dos pinchitos de carne de serpiente, acabaron con cinco pinchitos de carne de serpiente y cinco pinchitos de piel de serpiente. Total, un dineral, porque eso sí es caro y demasiada comida que no pudimos digerir. La piel sabe también gelatinosa, pero la carne es exquisita.



La zona rural que visitamos en los alrededores de Pekín es increíble. Fuimos a un pequeño pueblo llamado Bamudi (el significado es Ba= ocho, mu=0.11 hectáreas y di= lugar o tierra, o sea, la tierra de ocho mus) rodeado de montañas con bosques increíbles, un río con peces y menos de 200 habitantes. Esta vez hemos hecho un estudio más interactivo, hemos paseado haciendo un transecto con los campesinos, hemos hecho un mapa comunitario y hasta una reunión en la plaza del pueblo con dos grupos (uno de mujeres y otro de hombres). Nos ha gustado mucho porque nos hemos relacionado más con los campesinos que en Nanjing y hemos practicado otras formas de entrevistarlos más divertidas. El sitio es una pasada para el turismo en Europa, pero para los chinos, no tiene ninguna atracción, ellos no se relajan haciendo montañismo y observando un paisaje de vegetación y aire fresco. Así que el pueblo está perdiendo gente y las estrategias de desarrollo propuestas no están siendo efectivas. De la misma manera, no creo que nuestro diseño de las estrategias pueda ayudarles mucho. En el pueblo aprendimos a jugar Mah jong, un juego tradicional chino con piezas como de dominó, donde uno tiene que hacer cuatro tríos y una pareja para ganar.



Y por supuesto, hablando de Pekín, no podía faltar la muralla. De la muralla en sí, sólo quedan tres partes visitables, una superfamosa y otras dos menos conocidas. Pues sí, a nosotros nos llevaron a la superfamosa, aunque fuimos en la dirección contraria a los chinos, porque ellos tienen que tocar una piedra concreta y nosotros queríamos visitar la muralla sin tanta afluencia de público. Es increíble, hay partes tan empinadas que subes las escaleras como si fuera una de mano, totalmente vertical. La vista se te pierde en el horizonte y no terminas de ver la majestuosa construcción. Las partes visitables están restauradas, pero se puede ver la muralla original en algunos sitios y no difiere mucho de la actual. Nos gustó, aunque a todos os recomiendo visitar la muralla desde los otros accesos (no desde Badelin, o algo así).



Tampoco puede faltar visitar la ciudad prohibida, con sus diferentes edificios desde el más grande al más pequeño, todos en línea. El primero, para que el emperador diera sus discursos, el segundo, para relajarse antes de dar el discurso, el tercero, para vestirse antes del discurso y luego muchos otros para pensar, recibir a las concubinas y muchas otras cosas más. Es increíble que semejante edificio estuviera cerrado tanto tiempo al resto de los mortales…
Y cómo no, el palacio de verano, donde el emperador se desplazaba durante las vacaciones. Es un parque enorme con millones de edificios preciosos y un lago en medio. No pudimos evitar alquilar unos hidropedales y dar un paseito refrescante. Como el día estaba nublado, todo tenía un aire mísitco y particular, que no disgustaba para nada.






Ahora estamos en Xi'an, y ya os escribiré sobre este sitio en los próximos días.

jueves, 30 de julio de 2009

Nanjing

Al llegar a Nanjing, tuvimos una impresión muy diferente de lo que después ha sido nuestro “hogar” por 10 días. Al principio, las calles parecían todas iguales, impersonales, sin nada. Pero luego, guiados por las distintas comidas “callejeras”, fuimos descubriendo los entresijos de una ciudad llena de interesantes recovecos e incesante gentío.


Nanjing se abre a la orilla del Yangtze, aunque la vida poco se relaciona con él. Hasta hace bien poco, esta imponente obra de la naturaleza sólo se podía cruzar en transbordador, incluso los trenes usaban barcazas que tardaban 2 horas en el recorrido. Sólo a partir de 1968 una colosal obra de ingeniería comunista permitió el paso continuo. Con esas credenciales teníamos que ver el Yangtze. Cogimos un taxi desde nuestro hotel que nos llevó por atajos que nunca sabremos si en verdad recortaban tiempo o simplemente nuestro bolsillo. Una vez en el puente pudimos ver las vistas de la línea de rascacielos y deleitarnos con el coctel explosivo de la contaminación de los vehículos.


A decir verdad, las ciudades chinas se caracterizaran por una continua neblina y polvo amarillento que dificulta la respiración e impide ver el cielo. De todos modos con los ojos bien abiertos por las luces de neón y la incesante cantidad de nuevas experiencias que brinda la cultura y vida china, la polución poco nos preocupó y disfrutamos de nuestro primer e inolvidable encuentro con Nanjing, la capital del sur de China.

Después de tres días de presentaciones sobre desarrollo rural en China y un poco de turismo fuimos a la zona rural de Nanjing para ver de primera mano el mundo rural chino. Fue una experiencia espectacular… Un paisaje de mosaico de campos de arroz, maíz, sésamo, cacahuete, té y bambú nos descubrió la China profunda… O bueno, quizás lo que los Chinos querían que viéramos como profundo. Aunque poco a poco se va relajando, en China está todo controlado hasta el más mínimo detalle (incluso ahora cada Chino tiene un pasaporte nacional por el que se controla el movimiento dentro del mismo país) y hacen virguerías para complacer al turista y a la comunidad internacional. De cualquier modo, nuestra incursión mereció la pena. Entrevistamos a granjeros que siempre tenían la sonrisa en la cara. Dándonos todo lo que tenían se emocionaban teniéndonos como sus invitados y respondiendo a nuestras incesantes cuestiones.



Ahí unas fotos de un campesino con el sombrero típico, otra de nuestro entrevistado amigo Mr. Tsang, otra de los campesinos a las 11 de la mañana jugando al "majo" un juego tradicional chino y otra mía con la familia de Mr. Tsang.


Uno de los momentos cruciales fue el descubrimiento del entretenimiento principal de los chinos, el KTV o Karaoke. Tras colarnos de improviso en una sala de karaoke no pudimos salir del asombro cuando las mismas camareras del hotel que cada día nos servían la comida se divertían cantando cada cual con más energía junto con una pareja cliente del hotel. En vez de echarnos, nos invitaron a cerveza, a cantar, bailar. Totalmente surrealista… Sin aire acondicionado y sin parar de cantar, hacer fotos y encender cigarrillos no podíamos salir de nuestro asombro al ver el cambio tan radical desde la compostura y serenidad puertas afuera y la diversión y locura con las manos en el micro. Para terminar la noche y refrescarnos, cogimos nuestros albornoces y nos duchamos en la lluvia fresquita de julio. Al día siguiente una sonrisa de complicidad con las camareras del desayuno nos recordó la noche anterior y nuestro primer encuentro con la cultura actual china.

Otro día, ¡más!

domingo, 19 de julio de 2009

Check point China

Vale, si, mucho tiempo y encima escribo directamente desde China, pero ¡qué remedio! Berlín ha sido una estancia muy intensa y he tenido muchas visitas, que no es excusa para no escribir, pero un poco sí...

Bueno, como quiero ir al grano porque aquí ya son las 00:30 del día de mañana allí (6 horas más) y tenemos clases desde las 8.30 hasta las 16.30, os contaré un poco el viaje.

Primero, su poquito de tren Berlín-Frankfurt con Pablo y Jan-Peter, como no teníamos asiento reservado, estuvimos en el pasillo la mitad del viaje, levantándonos y sentándonos. El tren se paró a las afueras de Berlín porque se calentaba el motor, así que con retraso. El vuelo bien, salvo por los controles de temperatura a todos los pasajeros, por lo de la gripe A. Nos dijeron que si había algún contagiado, teníamos que volver, pero afortunadamente todo quedó en palabras. Al llegar a Shanghai tuvimos que entregar unos cuantos formularios a unos asistentes que llevaban mascarilla, ¡que yuyu!

Y voilá, se sale del aeropuerto y se entra directamente en la sauna 35º, 45% humedad, ¡una alegría! Como habían cancelado los buses para Nanjing -nadie sabe por qué, o lo saben pero no podían explicarlo en inglés- pues tuvimos que negociar un minibus que nos acercara a la capital del sur -Nanjing- a 370 km de Shanghai. El hombre, muy amable, nos llevó a un máximo de 80Km/h así que tardamos la misma vida en llegar, hicimos una paradita para comprar unos snacks: en las estanterías de las tiendas uno se encuentra desde patas de gallina aliñadas hasta algodón de carne... y todo en chino para que luego digan "somos lo que comemos", pero ¿qué comemos? Entonces nos compramos unas cervecitas chinas y unas papas Lays de las de toda la vida.

Foto del minibús, que resultó bastante mejor de lo esperado.



Llegamos de noche (aquí anochece a las 19.30), ya sólo a 30º. El hotel está genial, nos han hecho precio de estudiantes (12€/noche y persona), pero es como un Meliá de 3/4 estrellas.




Nuestra primera incursión en la ciudad fue bastante entrada la noche (sobre las 22h) aunque no estamos en el centro la zona de alrededor del campus, donde nos encontramos, parece que les gusta mucho. Nos sorprendió que las peluquerías estuvieran abiertas hasta tan tarde y llenas de chinos y chinas cortándose el pelo y echándose tintes. Había gente tranquilamente paseando y todos los puestos de comida de la calle estaban abiertos, son como las entradas de casas a particulares y allí ves ollas de arroz, carne y verduras.

Acabamos cenando en un restaurante muy apañao, donde tuvimos una comunicación muy fluida con las camareras (la misma que yo tuve con los asistentes finlandeses de la Cruz Roja que me llevaron lso muebles a la casa de Joensuu). Leen, la belga, lleva un librito de esos que pone "point it" y así mismo hicimos, señalamos un "pollo", una "vaca", un "pato", "verduras" y "noodles" y le hicimos a la señora un círculo en el aire como indicando "esto, pues para 10". Nos hinchamos de cenar, pero no sabemos bien qué (otra vez el dicho "somos lo que comemos"). Aquí os pongo una fotito. Lo mejor, los precios: 16€ entre todos...



El desayuno en el hotel, muy completo, arroz con huevos, setas, brocoli, carne, dumplings, sopa... energétito total, aunque han tenido en cuenta nuestra situación europea y nos han puesto café y tostadas también. Pero nosotros, embedidos ya en esta cultura nos hemos cogido cada uno dos palillos y a darle al arroz a las 7.30, igualito que ellos. Después, a las 8.30 de la mañana (sí, domingo a las 8.30) hemos tenido las primeras clases. Introducción a las políticas agrarias, la propiedad del suelo y esas cosas, muy bien para situarte en este contexto tan diferente. Ahí hemos tenido nuestro primer contacto con los compañeritos chinos que están haciendo un "campamento de verano" y ha sido muy curioso. Me imagino a nosotros como a Paco, Titi y Viole en el pueblo pequeñito de India donde estuvieron, porque aquí muchos no han visto a un occidental en su vida y todos se quieren echar fotos con nosotros... Luego hemos tenido cena todos juntos y nos hemos vuelto a poner moraos, esta vez bajo las instrucciones de nuestros compañeros chinos, que nos han explicado el origen y la composición de los platos...



Otro día, ¡más!

P.D.: no puedo subir imágenes porque la conexión aquí no está completamente abierta, así que lo intento mañana!

lunes, 23 de febrero de 2009

Bye,bye Gent!

¡Hola de nuevo!

Estoy contenta porque acabé los exámenes, ¡vaya mes! Poneos en mi situación:

- levantarte cada mañana con un tiempo envidiable (brumas matinales y nocturnas, chubascos débiles, flojos, moderados y fuertes, viento de poniente y levante variable, precipitaciones en forma de nieve, lluvia y granizo),
- sentarte 4 horas a estudiar (techical optimum, net present value, average costs y un largo etcétera de conceptos en inglés de los que desconozco la traducción y si me apuráis, hasta la definición exacta),
- hacer de comer (pasta, arroz y otras recetas de dificultad similar),
- descanso
- ya es de noche (a las 16.30h)
- sentarte otras 4 horas a estudiar
- hacer de cenar (idem que almuerzo)
- repasar
- acostarte con el mismo tiempo envidiable de por la mañana

Repetir durante un ciclo menstrual completo, o sea 28 días. Tomar en ausencia familiar o amistosa y acompañar de responsabilidades varias tales como compras, lavanderías (ver post previo para más detalle sobre cuánto se tarda en dejar tu ropa suave y sedosa en Gante) y demás papeleo para el máster.

Pero bueno, acabó y hasta he sacado buenas notas. Hice un par de descansos para ir a la ópera (por 2€ con nuestros cheques culturales) y a probar alguna otra cerveza. Lo de la ópera fue divertido, era en italiano y había subtítulos en holandés, así que tuvimos que leernos la historia al día siguiente para enterarnos qué habíamos visto.

El último fin de semana vino mi prima Marta a visitarme, así que recorrimos las más visitables ciudades belgas bajo un sol espléndido (qué suerte). Como también eran los últimos días que teníamos para estar juntos los del máster, pues también nos dedicamos a salir y a despedirnos varias veces unos y otros.

Aquí mi prima y yo en el mundo del blanquinegrismo que nos encanta. Mi cara es la típica que pondría un belga para responder a cualquier pregunta que le hagas, así cómo ¿hace frío? Y él o ella pondría esa cara mientras responde afirmativamente con la cabeza.

De Gante me llevo mil cosas buenas, "excellent" ciudad, bonita, activa y con mucha gente. Me dio pena despedirme, si he de ser sincera.
Fotito de Gante, un día cualquiera (de los que sale el sol)

Me concedí un merecido descanso (además de obligatorio, todo sea dicho) de un mesecito que he distribuido entre Wageningen-Málaga-Italia. La mudanza Gante-Wageningen fue bien gracias a que los amigos de Pablo se llevaron los supermaletones de Camilo y yo unos días antes en furgoneta, así que hicimos los correspondientes 3 cambios de tren con bici incluida.

Wageningen es una ciudad en el más o menos centro de Holanda, de unos 35000 habitantes (de los cuales 7000 trabajan en la universidad), así que se puede definir como una pequeña ciudad con una universidad enorme, nueva y fashion fashion. Tiene un centro pequeño con una plaza y una iglesia y una única calle de tiendas. Aquí eso de los 300 bares de Gante no existe, aquí hay tres o cuatro y con eso te apañas. Tampoco hay las millones de actividades culturales gratis, así que el tiempo libre se distribuye entre cenas, comidas y encuentros en casas de la gente y luego una cervecilla (belga, por supuesto) en alguno de los tres o cuatro bares.

Camilo echándose la siestecita sobre un cojín
de Marimekko
en el edificio principal, el forum.
Al fondo, la tienda WUR y la cafetería
con mesa de ping-pong!

Lo que más me gusta es el mercado de los sábados, tiene de todo y si vas a la última hora, casi que te lo llevas todo regalado. Hoy lo he vivido de primera mano, llego a las 15.50, casi cerrando, y me acerco al puesto de las frutas y verduras, ese puesto está dominado por un señor holandés gigante con un sombrero de cowboy al que acompañan cuatro o cinco personillas de origen asiático que atienden en todos los idiomas. Pues bien, él va gritando lo que sea "dos kilos de uvas 1€", eso en dutch sería como "tue kilos grosjasjols en euro"; entonces tú te acercas a por calabacines, por ejemplo, y lees "4 calabacines, 1.50€". Escoges, pides al señor-holandés-gigante-con-sombrero-de-cowboy que te cobre y él te dice, échate dos más que te cobro sólo 1€ por todo y tú "pues vale" y cuando viene de cobrar, te echa en la bolsa una berengena y dos manzanas por la cara. Vosotros pensaréis, ¡qué chollo! Y sí, lo es, pero hay que tener en cuenta varias consideraciones:
- 1, es sábado, lo que no se venda hoy, se tirará porque para el lunes entra nueva mercancía
- 2, como es sábado precisamente, la fruta y verdura está vencidilla, pero bien, tiene buena pinta
- 3, el señor-holandés-gigante-con-sombrero-de-cowboy está un poquillo zumbao
Para resumiros, me he llevado una bolsa con 20 mandarinas por 2€, una bolsa de manzanas por 1€, una de peras por 2€, 6 calabacines por 1€, 8 plátanos por 1€, media bolsa de pimientos (¡naranjas!) por 1€ y dos cajas de té lipton con menta por 1€. TOTAL: 9€!!

En fin, a todos os recomiendo venir a comprar aquí, jajajaja!

Por cierto, están floreciendo por todas partes bulbos de colores, aunque no haga sol, ellos ya sienten que es primavera...









Bueno, más noticias, pronto!

viernes, 16 de enero de 2009

Navidades sin Reyes, beca y exámenes

¡Ohú! Sólo por el título ya debe dar el post de sí...

Bueno, empecemos por las Navidades. Una de las cosas que más me ha gustado de estas fiestas es que pude sorprender a mi mamá, ya que ella se pensaba que volvería el 20 de diciembre pero me presenté allí el 11 (gracias a un billete que me regaló Pablo para ir a ver a D'Callaos en Graná). El recibimiento estuvo acompañado de productos de la tierra, o sea: papas fritas, huevo, chorizo y filetes de lomo (menos mal que no sabía que yo llegaba). Adjunto imagen visual:

Lo único es que estaba un poco estresadilla, no he podido hacer todas las actividades ociosas que quería ni ver a toda la gente, pero tenía que estudiar y hacer trabajos para la UGent, que ¿¡a quién se le ocurre empezar los exámenes el 5 de enero?! Que no van los Reyes ni por Lebrija, por favor. Aún así las fiestas han dado para bastante, estoy muy contenta de haber vuelto y haber podido ir por la calle sin gorro, lo malo es que se me ponen los pelos subíos como un champiñón desde el momento en que me bajo del avión.

Algo que destacar especialmente es que me han dado una beca y ya voy a poder estudiar sin depender de la Mothership (es una bromilla, ya que scholarship es beca y mother, pues ya se sabe lo que es). Estoy muy contenta y, como dice Pablo, a uno le entra como más responsabilidad al saber que están apostando por él.

La Nochevieja fue muy bien, primero tuvimos una cena internacional en casa de Pablo con los del chiste (esto eran un chino, un brasileño, un australiano y un nepalí y dice el chino...). Cada uno preparó su especialidad, el chino hizo "pollo a la Coca-cola", esto es verídico y lo peor es que está hasta bueno; Surya, nepalí, hizo un arroz increíble con especias y verduras; Alberto (brasi) y Chris, hicieron también su especialidad, traer bebidas con alta graduación. Después fuimos a la casa de Rocío en Atarfe (Granada). Preciosa casa, estupenda gente, uvas a las 5 de la mañana... todo ello aderezado con las actuaciones en directo de Pakuto, Azafrancis y el maestro de la percusión, Jorge. Al chino Wu Jian fue al que más le gustó todo, con diferencia (eso y que de todos es sabido que los chinos no tienen la acohol sintetasa y que se ponen ciegos con un chupito de fanta). Por cierto, estos chavales es que estudian con Pablo y vivieron en Finlandia con nosotros, por eso vinieron pa Málaga.



Fotito de la Alcazaba en Navidad, ¡qué sol!











Mi viaje de vuelta fue el día 3, a primera hora cogí el AVE por primera vez en mi vida, muy bien el viaje, ¿eh? Leí una hora mis apuntes y la otra me dormí, así que sólo noté la diferencia en que, ¡cha-cha-chán! ¡Estoy Madrid! En cero coma. Con una suerte inexplicable, mi avión salió de Barajas a Bruselas sin ningún retraso. Así que llegué y me puse a estudiar, ya que mi primer examen fue el día 5 de enero. Justo antes de entrar al examen tuve un maravilloso encuentro con un coche que acercó de sorpresa por mi derecha, así que acabé en el suelo maldiciendo al amable señor que me atropelló. No hay grandes consecuencias, un morao aquí y otro allá que ya casi ni se notan, pero ¡vaya susto!

Aquí las cosas son como en España, tienes todos los exámenes en un mes seguiditos, así que está esto desierto, ya que los belgas se han ido a sus pueblos/casas a estudiar y los que no somos belgas, pues seguimos el ejemplo y nos hemos encerrado también. La buena noticia es que te preguntan las cosas que destacaron en las clases. La mala es que te dan las notas... ¡en marzo! Pero, ¿eso qué es? Y nos quejamos a nuestros profesores...

Por cierto, hoy precisamente están celebrando un acto para los becarios como yo en Sevilla, como algunos no íbamos a poder estar presentes, pues nos pidieron que hiciéramos un vídeo de 15 a 20 segundos donde contáramos quíenes somos, de dónde venimos, a dónde vamos y cuán contentos estamos de haber recibido la beca. Yo no tengo cámara de fotos, ni de vídeo, lo más parecido es la webcam, pero no es muy agradable llevarte el portátil a la calle y ponerlo tranquilamente bajo la lluvia. Otro factor es que estoy de exámenes, es decir, que estoy todo el día en pijama y en mi cuarto-cuarto de baño (ver segundo post para más aclaración). Así que lo que hice fue sentarme en la ventana del cuarto de Luana (mi compañera de piso), enganchando la cámara a una papelera, encima de una caja, encima de la mesa y me puse a hacer pruebas. Eso era más difícil de lo que parecía en un principio, algunas veces se escucha muy flojo, otras muy fuerte, otras se caía la cámara que estaba bien asegurada con un Fixo... Cuando conseguí la luz, volumen y perspectiva adecuada, me cubrí el pijama con una rebequilla y un pañuelo, me pinté un poquito pa quitarme el moreno flexo y me bajé a hacer el vídeo. El resultado fueron 400 MEGAS PARA UN VÍDEO DE 18 SEGUNDOS! Pero bueno, ¿qué me lo ha puesto en estéreo Dolby surround con 500 trillones de megapixels por minisegundo? Así que le tuve que echar otro rato a la búsqueda de la compresión adecuada. Por supuesto, no voy a subir el vídeo que bastante fatiga me ha dao hacerlo y porque, además, no tiene ningún interés.

Bueno, os dejo hasta otro ratito de escanso.